Apenas inició el año, el
Ministerio de Educación Nacional emprendió su agresiva campaña publicitaria de
la gratuidad de la educación pública,
escuchamos “Ahora el Ministerio Paga”,
palabras que estoy segura, alegró a muchos como a mí. Con ello hace realidad el
sueño que por años acariciamos los colombianos del común, que creemos en el
estado social de derecho; con el Decreto 4807 de diciembre de 2011, se cristaliza el mandato de nuestra carta magna, la educación
como un derecho fundamental de los niños, qué bueno que este beneficio llegue
al pueblo en el Gobierno de la Prosperidad.
Sin embargo, con el paso de los días
la realidad se torna diferente, el diario quehacer en las aulas de clases nos
muestran la otra cara de la gratuidad. Hoy han trascurrido tres meses desde su aprobación y, la mencionada gratuidad no
llega a los colegios, volvemos a padecer
las inclemencias de la dejadez administrativa estatal.
Nos preguntamos entonces, ¿que se
llama gratuidad en tiempos de prosperidad? La gratuidad no puede limitarse
únicamente al pago de matrícula y costos académicos porque los derechos no son
aislados, son integrales y el derecho a la educación está asociado al derecho a
la movilidad, a la salud y a la alimentación, así lo debe garantizar este
gobierno de la prosperidad, ¿de qué vale suplir costos de matrícula, cuando el
estudiante no puede llegar al colegio porque no tiene trasporte escolar? o
cuando no existe en la escuela ni un vaso de leche en los comedores para apoyar
la nutrición, acaso ¿con hambre se aprender?, puede hablarse de gratuidad
cuando no se ha definido quien asume el seguro de accidente estudiantil? y qué
decir de los costos de los textos, hoy se cotizan por encima de los 62.000
pesos que paga el ministerio por un estudiante de preescolar en un año lectivo,
o de los uniformes de diario y deporte que
incluidos los zapatos se pagan entre 120.000 y 150.000 pesos por cada
uno, cifra que se supera los costos que paga la Ministra por un estudiante de
media técnica, que son los que más valen. Cuanta ironía que en este gobierno de
la prosperidad la gratuidad se reduce a pagar un costo por cada niño o niña
dentro de las aulas de clases, como si fueran artículos de tienda.
Ahora bien, en La Guajira, todavía
tenemos aulas rurales que no son más que enramadas, donde desarrollan actividades
pedagógicas y estudiantes que proceden
de hasta dos kilómetros de distancias, también estas condiciones hacen parte
del programa de gratuidad en los tiempos de prosperidad? El caso más concreto
de esta situación se presenta hoy en el municipio de Uribia donde la falta de
trasportes y comedores escolares tiene en riesgos de colapsar al sistema
educativo con el que más de 20.000 niños y niñas se podrían quedar sin
educación.
Mucho me temo que la gratuidad de
la educación sea un sofisma para distraer al pueblo mientras se le arrebata el
único patrimonio público que aun tenemos, la educación pública, si las cosas
siguen así, las escuelas recibirán menos recursos para suplir las necesidades
mínimas y; el derecho a la educación, estará reservado para quienes estén en
capacidad de pagar altos los costos del sistema educativo Colombiano.
Por: Ruth Mariela Fernández Manjarrez- Publicado en el Diario La Guajira, 15 de marzo de 2011
Por: Ruth Mariela Fernández Manjarrez- Publicado en el Diario La Guajira, 15 de marzo de 2011