En los últimos años se usa mucho
el término calidad. Se hace mención a la
calidad de vida, calidad en las instituciones, calidad de los productos. También
en la escuela se usa el vocablo “calidad”, allí se habla hoy de calidad educativa.
No obstante, hablar de calidad en
términos de la educación, es muy complejo y contradictorio debido a que recae
directamente sobre la formación de personas y no sobre objetos como en el caso
los productos de fabricación, lo que abre un espacio para la subjetividad, si
tenemos en cuenta que no existe un consenso en la definición de calidad porque la
diversidad de conceptos teórica es abundante.
Inicialmente pensamos que calidad
es lo bueno, lo mejor, sin embargo varios
autores, Crosby, Feigenbaum o Ishikawa, apuntan a definirla en términos empresariales, como una cualidad o
características prestablecidas, medibles
que satisfacen al cliente. En todos los casos se parte de un estándar que opera
como un patrón de comparación.
Así las cosas, haciendo la
trasferencia a la educación, para hablar de calidad educativa es necesario convertir la escuela en una empresa
en donde su objeto fundamental es “fabricar
bachilleres”, los clientes son los padres de familias, el insumo es el niño,
los operarios son los maestros y el producto final es el joven bachiller.
Como pedagoga que soy, siento
tristeza de ese nuevo rol que esta sociedad le impuesto a la escuela. Con este
enfoque empresarial prima los material sobre lo humano, el dinero sobre la
persona, se pierde el sentido humanista de la educación como la acción
formadora y trasformadora de los seres humanos, generadora de hombre y mujeres
libres, críticos, reflexivos y responsables de sus acciones de vida en relación
consigo mismo, con los demás, con la naturaleza y con lo divino.
Por estas razones es necesario
abrir el debate sobre el alcance del
termino “Calidad Educativa”, que hoy
por hoy se mide con las pruebas saber y para nadie es un secreto que las
pruebas solo llegan a medir conocimientos, y en algunos casos, ni siquiera
conocimientos sino destrezas momoristicas, como lo afirma Luis A Ramírez Peña, ex
Rector de la Universidad Distrital, en Portafolio “Las
pruebas de estado fundamentan la calidad en la capacidad de repetir saberes,
denominados competencias, que las instituciones universitarias han repetidos
por recomendación del mismo estado. … En
general, son pruebas orientadas a recuperar en la memoria saberes considerados
por sus diseñadores prioritarios en el aprendizaje de estudiante”
Me pregunto entonces, se puede
decir que una persona es de calidad? O
la alta calidad de un ser humano depende de los conocimientos que almacene en
su memoria para responder las pruebas de estado?
Por estos días el ICFES publicó
los resultados de las pruebas Saber
2012, pronto se conocerán las reclasificaciones y categorizaciones
(discriminaciones) de las instituciones educativas de mayores niveles de
calidad, los listados de estudiantes ordenados por puestos.
Mientras la calidad se determina
en términos de saberes memorizados, es probable que muchos de nuestros jóvenes caigan
en manos de grupos delictivos y al margen de la ley, aun con altos promedios ICFES,
pero sus valores y principios trastocados por el consumismo, no le permiten diferenciar
la primacía del deber ser, entonces me atrevería a decir están educados en los
estándares de calidad del MEN pero son
un problema para la sociedad.
El dilema se plantea para maestros,
padres de familias y sociedad en general, ¿Cuál es el tipo de individuo que
queremos formar? ¿Solo necesitamos que jóvenes que dominen los saberes
considerados por el M.E.N como prioritarios? La escuela va a seguir fabricando
bachilleres? No, es urgente rescatar la
escuela como un agente para potenciar un verdadero desarrollo humano sostenible
y sustentable, donde se formen personas libres, autónomos y auto reflexivos.
En los últimos años se usa mucho
el término calidad. Se hace mención a la
calidad de vida, calidad en las instituciones, calidad de los productos. También
en la escuela se usa el vocablo “calidad”, allí se habla hoy de calidad educativa.
No obstante, hablar de calidad en
términos de la educación, es muy complejo y contradictorio debido a que recae
directamente sobre la formación de personas y no sobre objetos como en el caso
los productos de fabricación, lo que abre un espacio para la subjetividad, si
tenemos en cuenta que no existe un consenso en la definición de calidad porque la
diversidad de conceptos teórica es abundante.
Inicialmente pensamos que calidad
es lo bueno, lo mejor, sin embargo varios
autores, Crosby, Feigenbaum o Ishikawa, apuntan a definirla en términos empresariales, como una cualidad o
características prestablecidas, medibles
que satisfacen al cliente. En todos los casos se parte de un estándar que opera
como un patrón de comparación.
Así las cosas, haciendo la
trasferencia a la educación, para hablar de calidad educativa es necesario convertir la escuela en una empresa
en donde su objeto fundamental es “fabricar
bachilleres”, los clientes son los padres de familias, el insumo es el niño,
los operarios son los maestros y el producto final es el joven bachiller.
Como pedagoga que soy, siento
tristeza de ese nuevo rol que esta sociedad le impuesto a la escuela. Con este
enfoque empresarial prima los material sobre lo humano, el dinero sobre la
persona, se pierde el sentido humanista de la educación como la acción
formadora y trasformadora de los seres humanos, generadora de hombre y mujeres
libres, críticos, reflexivos y responsables de sus acciones de vida en relación
consigo mismo, con los demás, con la naturaleza y con lo divino.
Por estas razones es necesario
abrir el debate sobre el alcance del
termino “Calidad Educativa”, que hoy
por hoy se mide con las pruebas saber y para nadie es un secreto que las
pruebas solo llegan a medir conocimientos, y en algunos casos, ni siquiera
conocimientos sino destrezas momoristicas, como lo afirma Luis A Ramírez Peña, ex
Rector de la Universidad Distrital, en Portafolio “Las
pruebas de estado fundamentan la calidad en la capacidad de repetir saberes,
denominados competencias, que las instituciones universitarias han repetidos
por recomendación del mismo estado. … En
general, son pruebas orientadas a recuperar en la memoria saberes considerados
por sus diseñadores prioritarios en el aprendizaje de estudiante”
Me pregunto entonces, se puede
decir que una persona es de calidad? O
la alta calidad de un ser humano depende de los conocimientos que almacene en
su memoria para responder las pruebas de estado?
Por estos días el ICFES publicó
los resultados de las pruebas Saber
2012, pronto se conocerán las reclasificaciones y categorizaciones
(discriminaciones) de las instituciones educativas de mayores niveles de
calidad, los listados de estudiantes ordenados por puestos.
Mientras la calidad educativa se
determine en términos de saberes memorizados, es probable que muchos de
nuestros jóvenes caigan en manos de grupos delictivos y al margen de la ley, aun
con altos promedios ICFES, pero sus valores y principios trastocados por el
consumismo, no le permiten diferenciar la primacía del deber ser, entonces me
atrevería a decir están educados en los estándares de calidad del Ministerio de
Educación Nacional pero son un problema para la sociedad.
Muchos eventos violentos se
reportan en los últimos tiempos desde las escuelas en Colombia, hace dos días
escuchaba el atentado contra un joven de 16 años llegando a su colegio en Cali,
recibió 5 tiros, al parecer de manos de otro menor de edad que portaba uniforme
escolar.
Pero recordemos que en el mes de febrero, conmocionó a estudiantes,
padres, docentes y directivos de la Institución Educativa Villa del Sur, de
Medellín, el homicidio de un estudiante
de sexto grado, de 16 años, quien murió al recibir una herida de arma cortante,
al parecer, una tijera en el pecho, a la altura del corazón, de manos de otro
menor, de 15 años, de séptimo grado.
En el mes de abril un niño de 12
años de Itagüí, falleció supuestamente por una golpiza que le propinaron tres
de sus compañeros de escuela, caso que
obligó a pronunciarse tanto a la ministra de educación como al ministro de
justicia.
En el mes de septiembre se
catalogó “como un milagro” que estuviera
vivo un joven escolar con una navaja clavada en su cabeza. Otro menor jugaba
con el peligroso objeto en el descanso en el colegio y al lanzarla fue a dar en
la humanidad del niño. El percance se registró en la institución educativa Humberto
Raffo Rivera, de Palmira”.
Recordemos también la triste historia de la joven que se suicidó en un
Colegio en Mariquita, Tolima delante de sus compañeros y maestros.
Todos estos eventos nos lleva a preguntarnos si las políticas que ha impuesto
el Ministerio de Educación nacional en Colombia, son las necesarias para formar
hombres y mujeres de bien?, cada día el matoneo llega a mas instituciones
educativas y los casos de agresión son más notables, incluso se ha reportado el
caso de estudiantes amenazando a compañeros y maestros, tristemente vemos como
la problemática social de la inseguridad y violencia permea la vida escolar
El dilema se plantea para maestros,
padres de familias y sociedad en general, ¿Cuál es el tipo de individuo que
queremos formar? ¿Solo necesitamos que jóvenes que dominen los saberes
considerados por el M.E.N como prioritarios? La escuela va a seguir fabricando
bachilleres? No, es urgente rescatar la
escuela como territorio de Paz y como el principal agente educativo para
potenciar un verdadero desarrollo humano sostenible y sustentable, donde se
formen personas libres, autónomos y auto reflexivos.